¿Por qué son tan emocionantes los “amores prohibidos”? ¿La fidelidad en una pareja es posible? ¿Cuánto tiempo dura el amor? Beatriz Rivas y Federico Traeger se realizaron las mismas preguntas hace diez años y plasmaron sus inquietudes en dos historias que ahora son lanzadas en un solo tomo.
Para Puntos y Comas, los autores de Amores adúlteros platicaron acerca de este libro divertido, sensual, apasionado y peligroso. Les preguntamos su opinión acerca de conceptos como el amor romántico y el cambio de su perspectiva, una década después de escribir las primeras páginas.
Ciudad de México, 15 de febrero (SinEmbargo).- ¿Por qué son tan emocionantes los “amores prohibidos”? ¿La fidelidad en una pareja es posible? ¿Cuánto tiempo dura el amor? Beatriz Rivas y Federico Traeger se realizaron las mismas preguntas hace diez años y plasmaron sus inquietudes en dos historias que ahora son lanzadas en un solo tomo.
“El amor romántico es un arma de doble filo. Es engañoso, sobre todo para la gente joven, que llega a las relaciones pensado que todo va a ser color de rosa. Creo que hace falta mucho de realismo, mucho de poner los pies en la tierra y saber que el amor cambia, se construye […] Es peligroso no tener elementos de realidad porque cuando el amor se transforma, te decepcionas y te vas”, reflexiona Beatriz.
“Se convierte también en escapismo: quieres escapar de tu vida, de tu rutina, del desencanto. Entonces utilizas a otra persona y te vas dando cuenta, con el paso del tiempo, que era un pretexto que te inventaste y ni siquiera es como creías que era”, opina Traeger del mismo concepto.
Al preguntarles de la fidelidad, Beatriz opinó que es un concepto construido a fuerza “para portarnos bien” y su origen es más bien normativo y económico, como la herencia: “Si no eres fiel, no sabes de dónde vienen tus hijos, si son tuyos o del amante”.
Para Puntos y Comas, los autores de Amores adúlteros platicaron acerca de este libro divertido, sensual, apasionado y peligroso, una idea que nació a partir de un taller que tomaron Beatriz y Federico y cuyas páginas fueron escritas a larga distancia. Además, esta reedición de Alfaguara incluye un prólogo de Federico Reyes Heroles y un epílogo juguetón de los autores, “un caramelo” para quienes ya conocen la historia.
Los amantes, Él y Ella, habitan siempre un mundo frágil que con frecuencia se resquebraja. Disfrutan, sueñan, temen, ríen y se reinventan. Pero en cuanto los sueños encuentran su tamaño, la vida les trae la cuenta. Y no sólo a ellos.
Si los amores prohibidos son tan dolorosos, tan difíciles, si hacen tanto daño, si no son aprobados por las reglas sociales, si atentan contra cualquier razonamiento y mil etcéteras, ¿por qué, entonces, son tan comunes, tan deseables, tan de todos los días? Algo, quizás el instinto, nos empuja a buscar emociones continuas, huyendo del paso lento de la vida cotidiana.
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—¿Cuál es la fascinación con los “amores prohibidos” y por qué insistimos en tenerlos?
—Beatriz: En nuestro caso, a nivel literario, es un juego. No lo planeamos; nunca dijimos: oye, vamos a escribir sobre amores adúlteros. La idea fue a partir de un taller literario y el tema que se me ocurrió poner para un cuento fue la infidelidad, porque es un tema polémico y se presta para hacer personajes y construir historias.
Creo que el ser humano insiste en el adulterio porque es parte de nosotros, más que la monogamia. Más bien el ser humano insiste en que la monogamia es lo correcto cuando lo que nos nace por naturaleza no es la monogamia. Entonces esta es una manera de abordar el adulterio desde un nivel no teórico (porque sí hay muchos investigadores, etólogos, antropólogos, psicólogos y médicos que lo estudian a nivel formal). Lo nuestro es una propuesta lúdica, una propuesta amorosa, una propuesta de ficción para que los lectores se encuentren en las páginas de este libro.
—Federico: Yo creo que el adulterio es simplemente la envoltura del amor, en el caso de esta novela, que se tienen dos personas. Que más allá de las circunstancias en las que viven, de que cada quien tiene a su cónyuge y están bien con sus parejas estables, que tienen una vida productiva, exitosa hasta cierto punto, se conocen y se ponen muy nerviosos, les “pega el flechazo” y se atreven a dar el pasito que pudieron haber omitido y que ahí está justo al principio de la historia. Entonces entran a un juego que creen que pueden controlar, que creen que pueden dosificar, pero en realidad se van viendo cada vez más y más envueltos en una situación química, amorosa, adictiva, muy fuerte. Y cada vez ponen más en riesgo la estabilidad de sus vidas.
—¿La fidelidad es posible? ¿Qué quiere decir este concepto?
—Beatriz: Yo creo que sí es posible, tal vez cuesta trabajo. También depende de las personas, hay algunas a las que les es más fácil, no sé si tenga que ver con la química de cada quien o con el nivel de satisfacción en sus vidas o el nivel de amor a sus parejas, también el nivel de libertad que sientan. Creo que sí es posible.
Creo que sí es un concepto un poco inventado por el ser humano, un concepto social, reglas de comportamiento y que tienen muchas veces su origen en la parte económica o de la herencia, sobre todo en la parte de los hijos: si tú no eres fiel, no sabes de dónde vienen tus hijos, si son tuyos o son del amante de tu esposa. La parte también del dinero es importante.
Es un concepto que se hizo un poco a fuerza para que nos portáramos bien. No es fácil, supongo que a todos les ha pasado esto de repentinamente ver a alguien que nunca en su vida había visto y decir: si no salgo corriendo de aquí, voy a querer una relación prohibida. Es algo que tenemos los seres humanos y es difícil contenerse y no dar ese paso, pero evidentemente sí es posible. Siempre hay un momento en que dices: me doy la media vuelta y me marcho porque si no esto va a acabar muy mal.
—Federico: En la novela, la fidelidad se cuestiona un poco con la lealtad. El romance que tienen los protagonistas dura algunos años; al principio es encanto, asombro, todo esto, pero después se va convirtiendo en una relación cotidiana, casi como un matrimonio también. Entonces ahí llega el momento en que dicen: ya nos embarcamos en algo bastante largo, ya nos estamos queriendo de una manera más completa y qué vamos a hacer con este juego que empezó como algo muy divertido, travieso, y ahora nos lleva a la encrucijada de tener que tomar una decisión, porque quiero tanto a una persona como a la otra. Ambos con como cónyuges ya.
—¿Creen que el llamado “amor romántico” ha hecho algún daño a la sociedad o a nuestra expectativa del amor?
—Federico: Es muy bonito lo que pintan las películas, son momentos muy especiales que se pueden vivir en pareja, se pueden vivir en matrimonio, se pueden vivir con tu cómplice de toda la vida, y claro, también con alguien nuevo. Obviamente es divertido, obviamente es adictivo y te gusta bailar lo que nunca antes habías bailado y te aprendes canciones que no te habías aprendido y te pones en un plan como de estar estrenando la vida, estrenando el corazón otra vez. No creo que haya daño en eso, todo lo contrario: son señales de que estás vivo y estás bien. Ya depende de lo que tú hagas con eso, las decisiones que tomes, hasta dónde lo dejes ir. O si eres capaz de tener esa complicidad con tu pareja de toda la vida y salirse un poco de la rutina para vivir esos momentos.
—Beatriz: El amor romántico sí es un arma de doble filo. Por un lado es necesario porque si no, nunca te lanzas, pero también es engañoso, sobre todo para la gente joven, que llega a las relaciones pensado que todo va a ser color de rosa. Sí creo que hace falta mucho de realismo, mucho de poner los pies en la tierra y saber que el amor cambia, se construye, y que por amor también hay que luchar, aunque suene cursi.
Es un trabajo de todos los días y no es como en las películas de Hollywood donde al final la pareja se besa y son felices para siempre, efectivamente eso no existe. Entonces creo que es necesario y al mismo tiempo es peligroso no tener elementos de realidad porque cuando el amor se empieza a transformar, muchas veces te vas, te decepcionas.
—Federico: Y se convierte también como en escapismo. Quieres escapar de tu vida, de tu rutina, del desencanto. Entonces utilizas a otra persona y te vas dando cuenta, con el paso del tiempo, que esa persona era un pretexto que te inventaste y ni siquiera es como creías que era. El desencanto es parte de cómo hacerle creativamente para disfrutar la vida en todos los momentos, con o sin pareja, en soledad, con los hijos, con quien sea. Hay maneras, el chiste es ser creativo.
—¿A diez años de distancia de la primer publicación, ¿ha cambiando mucho su percepción del amor y el erotismo?
—Federico: Pues ha envejecido [Risas]
—Beatriz: ¡Es lo que iba a decir!
—Federico: Ha envejecido, en algunas cosas para mal, en otras para bien. Pero no ha cambiado tanto, yo no creo que un concepto tan grande pueda cambiar con el paso de diez años, en mi caso yo lo veo igual. Pero para los sobresaltos que se requieren, diez años después, lo mejor sería consultar a tu médico antes de hacer lo que tengas que hacer [Risas].
—Beatriz: Finalmente la concepción de todo, no sólo del adulterio y del amor, cambia. Cuando me di cuenta de que eran diez años, pensé “no puede ser que haya pasado tan rápido”, es mucho tiempo. Y veo la vida diferente en muchas cosas. En relación al tema de la novela, lo veo de manera más madura, más concreta y tangible, mucho más realista que hace tiempo.
—Federico: Menos emocionante pero más estable.
—¿Creen que en general la sociedad también haya cambiado su perspectiva de estos temas?
—Beatriz: Sobre todo en la comunidad LGBT+, que afortunadamente tiene cada vez más espacios y es más vista y escuchada, sí ha generado más consciencia en relación a un amor más libre, real, sincero y sin tantas máscaras. Eso es algo que les tenemos que agradecer, es una gran aportación, pues me parece que la heterosexualidad es más hipócrita y no se hablan las cosas como deberíamos, escondemos más. Esta comunidad nos ha abierto los ojos y ha puesto en la mesa un amor un poco más libre y responsable.
—Federico: Y nos ha enseñado a ser más tolerantes con todos los colores del amor, no solamente con el que cada quien cree que “debe” de ser. El amor es como se le dé la gana ser.
—Acerca de la reedición, ¿por qué juntar en un sólo tomo los dos libros?
—Federico: Porque en realidad es una sola historia. La primera parte se escribió durante algunos meses y después nos quedamos con el gusanillo de seguirlo y completamos la historia, la ampliamos. Se pasó del asombro y de la intoxicación que venía tan presente en la primera parte, a un poco la rutina, a como ser amantes ya todas las semanas, durante tantos años, durante tanto tiempo, y se completó la historia.
—Beatriz: También es una cuestión práctica. Nos dimos cuenta con los otros dos libros, cuando estaban separados, que había gente que sólo encontraba uno o que veía uno y no sabía que era la segunda parte del primero. Y no está mal porque son libros hechos con ese fin; tú puedes leer la segunda parte sin haber leído la primera y se entiende perfecto. Pero creo que esta edición es mucho más bonita, más cuidada y no tienes que andar buscando por todos lados la primera o segunda parte.
Además se agregó un prólogo de Federico Reyes Heroles y al final los autores, que no somos nosotros, escribimos un epílogo que es una sorpresa y es un caramelo para quienes ya nos leyeron, pues creemos que este libro se va a vender para quienes nunca nos leyeron y seguramente también hay muchos que ya nos leyeron pero quieren tener los libros juntos. Ese epílogo es como este extra que van a recibir quienes ya nos leyeron.
—…¿y han pensado en un tercer tomo?
—Federico: Pues hay que hablar con ella [señala a Beatriz], ella es la que no quiere [Risas]. Creemos que la historia está cerrada, pero nunca se sabe, de hecho con este epílogo, con este jueguito, se entreabrió una puerta, entonces ya veremos…
—Beatriz: Negras intenciones… [Risas]
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—Al escribir estas historias la primera vez, ¿aprendieron algo de ustedes mismos, una lección importante de vida?
—Federico: En mi caso aprendí que la intuición a veces es mucho más acertada que la razón. Este libro, la primera y segunda parte, en realidad fue escrito muy intuitivamente. Como vivíamos en dos ciudades separadas en aquel entonces, Beatriz en la Ciudad de México y yo en Estados Unidos, no había manera de discutir ni de sentarnos a revisar lo que ya habíamos escrito. Era simplemente pura intuición, pensar qué contamos, cómo continuamos, casi como si tuviéramos la historia por ahí volando y la fuéramos aterrizando cada quien avanzando poco a poco. El valor de la intuición fue una gran lección.
—Beatriz: A mí me enseñó que la literatura puede ser también divertida, no necesariamente algo serio. Y también puede ser compartida; normalmente los escritores se quejan de que es un trabajo muy solitario, pero con este libro, aunque cada quien estaba en su casa, es una aventura compartida.